Cadete Masculino Azul se mete en la Final de Federado de segunda división, y queda Subcampeón de Madrid

 

Ayer el Club Villa de Vallecas quedó segundos de la Comunidad de Madrid en Segunda División Cadete Federado, pero la historia que debemos contar empieza en septiembre de 2014, cuando un grupo de hombres se unieron confiando en ellos mismos y contra todo pronóstico ascienden de categoría, no una vez, si no dos veces en dos años. Esta es la historia del Cadete masculino Azul del Villa de Vallecas, esta es una historia de un club modesto que sacrifica todo para y por sus jugadores.

 

El cinco de Junio de 2016 se quedará marcado a fuego en esta generación de jugadores del barrio de Santa Eugenia y de Vila de Vallecas, es el día en el que no ganaron un campeonato, quedaron segundos, pero el trabajo realizado durante este año y el pasado hacen que sepa a oro.

El partido empezó puntual, a las 19:00 en Alcalá de Henares, en la pista 3, pista en que por designios del destino enfrentaban a dos "Villas" la de Vallecas y la de Odón.
Las gradas repletas, a reventar, con gente muy animosa por sus equipos y con el fair play por bandera. Tras las presentaciones de rigor en este tipo de finales el partido comienza.
Es habitual que los chicos estén nerviosos, ambos lo están, el primer cuarto pasa rapidísimo, con tantas pérdidas de balón que uno no recuerda todas, sin jugadas destacables más allá del 12-11 para los de Villaviciosa de Odón. Los nervios pasaban factura.
Cuando no es tu día lo notas, es inexplicable pero sabes que las cosas no están bien, algo indescriptible pasa.

No se puede correr, no se defiende ni rebotea como siempre, los ajustes no cumplen con las expectativas, en fin un desastre. Y así se puede definir nuestra primera parte, el marcador al descanso lo dice todo 21-16, solo 16 puntos, no era el día.

En el descanso se les quita presión a los chavales, se oyen frases como "tíos disfrutar" "hay que divertirse" "así no vamos a ningún lado" y parece que algo cambia, pero a peor si cabe.
Un parcial de Villaviciosa y "puum" a 12 puntos.
12 puntos son muchos en una final y casi no queda nada del tercer cuarto. Los animos por los suelos, poco se puede hacer.

Pero si algo tienen estos chicos son narices, por no decir otra palabra, y sin explicación alguna, más allá de que así juegan normalmente, empiezan a defender, a rebotear, correr, al fin hacemos daño, lo que nos hace irnos al último cuarto a 6 puntos. Estamos vivos.

"Así sí", "vamos jod**". Los jugadores se acuerdan de porque están aquí y ponen la cosas difíciles al rival.
A 4, a 2, empate, tiempo muerto del rival. Cuando estábamos fuera los chicos nos meten el partido y la grada se vuelve loca, que maravilloso es este deporte, todo ha pasado en un abrir cerrar de ojos.
Lo siguiente que ocurre es el guion de cualquier película de suspense, nos ponemos por encima a 1'50'' del final de partido, uno arriba, pero en el baloncesto nada está dicho hasta el final.
Villaviciosa con su acierto en tiros libres se pone dos arriba, quedan menos de 20 segundos, el pabellón en silencio, nadie mira las otras dos finales, todo se está jugando en la pista 3. Posesión para los de Vallecas.

Un bote, una penetración por el medio y canasta, el pabellón se vuelve loco, canasta a falta de 5 segundos para terminar, empate a 42, tiempo muerto de Villaviciosa.
El final de la historia es increíble, fantástica o una pesadilla, depende del equipo que lo narre. En nuestro caso, una puñalada, una forma dura de recibir una canasta muy bien defendida, un tiro de esos que se ven a cámara lenta y que entran como un buen puñetazo en el costado. A falta de 1 segundo, 1 segundo… como es el baloncesto.

Solo queda la épica, la de tirar por tirar, la de intentar soñar con el ¿y por qué no?
Lo malo es que esta vez fue no, nuestro triple a falta de un segundo para ganar el partido no entró.
No hubo final feliz de cuento de hadas, de película americana, hubo crudeza, la vida en estado puro, una derrota de las más duras que uno puede vivir, ya sea jugador, entrenador o afición.

Pero si algo tiene la vida y el deporte en común es que siempre te puedes levantar, mirar hacia atrás y ver lo que has hecho durante toda la temporada.
Pierdes una final, lloras, porque sabes que podías ganar, porque duele y eso también forma parte del deporte.
Solo queda creer en uno mismo, en tu equipo y saber que algún día esas lágrimas de tristeza se convertirán en lágrimas de alegría.

No sé cuando pasará eso, no soy adivino, pero estoy seguro que volverá a pasar.
No hay nadie en este mundo que pueda estar más orgulloso que yo en pertenecer a este equipo, esa sensación es incalculable, inexplicable, es una sensación que va más allá de ganar o perder.
Me habéis regalado esta experiencia increíble. 

Os doy las gracias de corazón equipo, sois grandes señores. A todos, los de este año y a los que estuvieron el pasado.
Un orgullo estar a vuestro lado. Un orgullo pertenecer a este equipo.

1,2,3 Villa de Vallecas.

 

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